jueves, 15 de septiembre de 2011

Por un mirar.

Cuando la locura se confunde con el odio, cuando el odio se confunde con el amor, cuando las palabras salen solas...



Estoy aquí tirada, en esta yerma tierra, mirando el azul cielo tan brillante que me ciega, tocando la seca grava que se escurre entre mis dedos.
Mírame, digo, ¡Mírame!; vuelvo a gritar, estoy aquí tirada desangrándome mientras tú ríes en algún lejano lugar, pensando entre sueños ajenos, queriendo, en otros brazos volar. Pero yo, yo estoy abandonada. Girando la cabeza, pienso que me da igual, que nada de esto es real, que, no sirvo para amar.
Sin embargo una lágrima por mi cara corre rápida, que a la tierra cae y desaparece como si nunca hubiera existido o cómo si nunca la hubiera querido, me hace pensar que no es verdad.

Aquí estoy muriendo por algo que desconozco, pero intuyo su forma y temo acertar. Estoy en este desierto rodeada por tantas personas que me pasan por encima y nadie da cuenta de mí. Me lleno de esperanza cuando alguien me mira y descubre que existo pero después me deshago entre la grava del suelo cuando apartan la mirada y me vuelven a pisar.

Mis heridas no curan, estas heridas que tú me hiciste sin razón, pero la sangre dejó hace tiempo de brotar, pues cuando no late el corazón, dime tú, que ahora vuelves a ganar, ¿Qué fuego puede fluir por mis venas cuando la vida has quitado de ellas?

Me levanto como el inerte cadáver sin rumbo en el que me convertiste, no es otoño dentro de mí, Por fin veo a la gente a los ojos, a su altura y las aparto para caminar. En el límite te encuentro, en el borde apareces, en el fin del desierto te hallo. El barranco bajo tus pies me llama y su oscuridad me acaricia la cara.
Mírame, te digo, ¡Mírame! Repito sin cesar. Mira la cara de tu creación, mira su rostro sanginoliento, mira las marcas de la frustración y las cicatrices de tu silencio.
Ni experiencias que me avalen tengo, ni gracias ahora que me socorran, ni uso ni usanza, ni modos ni costumbres, en el amor algo falla, pero que de buscarlo haga, que de ti me borre.
Y esto que termina como una canción, no es más que una realidad, que la poesía se atreve a contar lo que a nadie la voz ha dicho.
Pero yo sigo en este desierto esperando una palabra tuya para cuando cuenta des de que mi rostro, mi cuerpo y mi alma destrozados por tu egoísmo siguen en pie, pidiendo una explicación y orgulloso y destrozado te haga al fin decir: Has ganado

No hay comentarios:

Publicar un comentario