miércoles, 30 de octubre de 2013

Óxido de perdición.

¿Dónde estoy? ¿Dónde estás? Soy dos personas que ya no merecen más que el llorar. Soy la muerte de la sangre, el funeral de toda emoción. Párpados lánguidos, casi cerrados, que nunca desearon más que ese temblor.

No soy más que la sombra de la sombra de lo que fui. No soy más que un suspiro de lo que fue. ¿Dónde quedó la magia? ¿Dónde quedé yo?


No recuerdo mi nombre, el ruido lo borró. Desesperación, llanto, la convivencia nos mató.
Asesina de risas, asesina de inspiración, asesina de vidas, eres muerte y perdición.



Soy óxido en tus viejas manos, precioso furor, báñame en tu líquido de oro, guárdame  una décima de tu sabor.

En mis labios, desazón, mordidos hasta la herida, ruin recuerdo de expiración, redímeme vida,  que de quimeras, muero yo.


¿Dónde estoy? ¿Dónde estás? El silencio te conserva, en el ruido me hallo yo. Máquina latiente, desesperación incipiente, locura sin remisión. Sálvame, elévame contigo a dónde ni los dioses conocen lugar. Socórreme, ayúdame, que, sola, me hundo en su mar. Exasperación, despecho, ira y dolor, muerte a cada uno de mis hijos, que nonatos desaparecieron sin amor.