jueves, 15 de septiembre de 2011

Por una palabra.

Todo, absolutamente todo cambia cuando estando cadáver andante en el mismo borde del desierto te mira y dice esas palabras que pensabas impensables, cuando todo regresa a su lógica ilógica. ¿Como una palabra tuya basta? ¿Cómo una palabra destroza una argumentación? ¿Cómo hilas, con una única palabra, dos mundos opuestos?
Me miro el putrefacto cuerpo al notar calidez derramar. Me devolvió la sangre y las heridas suturaban. Me convierto en lo que deseas, en esa palabra mágica que me torna en vida y en el desierto florece, en ese mundo que querías que hallase.
Mi apariencia va regresando tanto tú me vas hablando. Me siento insuperable y parecer que ahora soy yo la que pisar puede, pero no lo cometo, pues sería cometer el error que yo odié. Siento todo en pasado, pienso el presente en tus palabras.

¿Qué pasó?
Sonreí, sonreíste y cuando quise seguir te marchaste. Pensaste que suficiente fue, que no merecía tanta comprensión y la espalda me diste, el silencio volvió.
No me convertí en cadáver, pues el corazón por inercia aún latía, pero se me paró y aquella palabra entre el polvo se iba.
¿Por qué lo hiciste?¿Por qué esperanza me diste para volvérmela a arrebatar?
Arrodillada me quedé mirando el vacío que creaste, en el precipicio del desierto que era mi alma, gritando de impotencia tanto las lágrimas morían y yo desaparecía dormida en mi misma… En mi misma.

Sabiendo, esto sentido perdió, por ello la ilógica volvió. Por todo, mi vida, un poco, murió.

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