jueves, 29 de septiembre de 2011

En mis ojos.

Avance del libro que estoy concibiendo. Mucho tiempo me está llevando, pero ya casi está naciendo, ya casi está terminado.
Pronto.
En mis ojos...



[...]
Esas palabras retumbaron y rugieron en mi cabeza hasta que perdieron sentido. No le encontraba lógica, no, no era cierto, pensé una y otra vez. Adrik me estaba engañando, como siempre.

Miré al pasillo, Nacho ya no estaba. Mis ojos se abrieron como locos. Me deshice del movimiento de Adrik y me puse a correr.
¿Cámaras? A quien les importan. ¿Ruido? A mi no.
Corría por aquellos pasillos que parecían diluirse ante mis ojos, solo sentía que debía encontrarle, no debía estar lejos.
Una forma grisácea se puso delante de mí, choqué y caí de espaldas.
Escuché un arma lista para disparar, abrí los ojos y la encontré delante de ellos. Un soldado me apuntaba a matar.
No. No ahora. Me decía a mi misma. Apreté la mandíbula. La ira fluía dentro de mí cada vez con más rapidez.
Di una patada al soldado que le hizo caer, cogí su arma y le disparé.
No me detuve, seguí corriendo con el rifle en mis manos sin pensar que acababa de matar a una persona.
Ya veía a Nacho y él no se detenía.
Levanté el rifle y le apunté.

- Nacho, detente.

-Rocío… No lo voy a hacer y lo sabes.- Dijo mientras seguía andando.

- Nacho ¡Detente!- Hizo caso omiso a mi grito.

- ¡Detente o disparo!- Las palabras estallaron y tronaron mi voz. Mis ojos humedecidos se contenían por no inundar.

- No vas a disparar…- Musitó.- Esto es el fin.

- ¡No puedes hacerme esto!- Caminaba hacia él aún apuntándole, dispuesta a hacerlo en cualquier momento si no se paraba.

- Los sacrificios son necesarios…

- Debe de haber otra manera, ¡Tiene que haberla!

- No la hay…

- Mírame. ¡Mírame y dímelo a la cara!

Nacho se paró y tras unos segundos se giró. Su semblante era frío, como sin corazón, como una simple máquina destinada a cumplir su misión.

- No hay otra manera.- Sentenció, se dio la vuelta y volvió a su interminable caminar.

Simplemente me había quedado congelada, me había petrificado. Tenía la boca semi abierta de asombro mientras mis ojos vislumbraban más allá de lo que acababa de ocurrir.
¿Estaba hablando con un condenado a muerte? ¿Quería salvar un cadáver? ¿Me había enamorado de un muerto?
Todo dentro de mí se rompió en pedazos como el hielo en el que se había convertido, a pesar de estar en el infierno, por que él me había traído hasta aquí, por que por él podía ir hasta el fin del mundo pero ahora no sabía regresar sola.

- Te necesito.- Susurré mirando al suelo, con ambos brazos caídos.
[...]

No hay comentarios:

Publicar un comentario