Sólo una vez no pude. Sólo una vez mentí.
Un único momento en el que no logré mover ese cáliz dorado de la mesa, en el que la risa pasó a silencio. Sólo una vez bajé las dos manos, escondiendo las palmas entre los brazos intentando evitar que esos dos fuegos que siguen escritos con tinta indeleble en ellas me empezaran a quemar...
Sólo una vez mis párpados caídos desearon apagarse y esconderse entre los sueños oscuros, donde puedo sentir suavemente esa luz invencible cuando me roza los labios y me rodea, donde puedo volar sin ser ángel... Y tocar dulcemente esa estrella imposible que me trae y me lleva flotando por el firmamento a su antojo... Haciéndome desaparecer... Haciéndome brillar... Haciéndome sentir que nada es real...
Por eso es que en ese cáliz invisible no sólo había una verdad y una respuesta... También estaba lleno de una mentira y un silencio, mi alma viva y el mundo entero, ¿Cómo quieres, pues, que mueva tal peso?
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